Según previsiones recientes de las Naciones Unidas, se espera que el fenómeno meteorológico de El Niño, caracterizado por temperaturas oceánicas inusualmente cálidas en el Pacífico, dure hasta la primera mitad de 2024.
Se espera que el prolongado evento provoque patrones inusuales de lluvia en toda América Latina, preocupando al sector agrícola de la región.
Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la temperatura de la superficie del Océano Pacífico ha aumentado significativamente en los últimos meses, con un calentamiento más pronunciado a lo largo de la costa de América del Sur.
Se prevé que en el primer trimestre de 2024 los países del cono sur, como Perú y Ecuador, así como México, reciban precipitaciones más intensas de lo normal. Por el contrario, se espera que Brasil, Guyana y Suriname experimenten condiciones más secas.
La actual sequía que afecta a Centroamérica sólo durará hasta finales de este año. Sin embargo, el sector agrícola, que incluye cultivos, ganadería, silvicultura y pesca, sigue siendo particularmente vulnerable.
El informe de la FAO destaca que la región puede absorber pérdidas económicas de hasta el 26% durante condiciones climáticas extremas y un asombroso 82% durante las sequías.
Importantes poblaciones de peces, incluidas las anchovetas y los atunes a lo largo de la costa norte de Perú y el sur de Ecuador, están particularmente en riesgo debido al cambio climático. Los pescadores ecuatorianos han informado de una disminución del 30% en las capturas de atún desde febrero.
El Niño y su contraparte, La Niña, históricamente han afectado la producción de cultivos esenciales como el trigo, el arroz y el maíz en América Latina. Estos cultivos dependen en gran medida de las materias primas, lo que los hace vulnerables al cambio climático.
El informe también enfatiza que mientras la región enfrenta los efectos de El Niño, también enfrenta los impactos del cambio climático, incluidas las olas de calor.
En respuesta a estos desafíos, la FAO ha lanzado un proyecto para movilizar recursos financieros para comunidades en diferentes países, con el objetivo de mitigar los impactos y generar resiliencia en estas regiones vulnerables.